Lo que trato de saber es dónde queda un lugar para la literatura en el conocimiento del mundo. (…). Un naturalista buscará en el parpadeo su justificación evolutiva: es útil para proteger el ojo, los hombres que no tuvieron suficiente velocidad de parpadeo no pudieron sobrevivir porque quedaron ciegos antes de llegar a la edad reproductiva. En el parpadeo el poeta ve la intensidad del cariño de la amada, lee su conmoción, su ira, su duda. El amor y las demás pasiones humanas, por ahora parecen ser el único terreno que siguen en manos de la literatura. Basura, página 32.
Estas palabras son una cita ciertamente parcial del carácter de la novela de Héctor Abad Faciolince Basura puesto que el tono ensayístico de este fragmento es solo uno entre los múltiples estilos narrativos que pueblan la rica novela de este escritor colombiano. Sin embargo, lo que estas breves líneas si permiten vislumbrar es la particular poética de Faciolince, así como el temple de una pluma capaz de crear una narración cuyo punto de apoyo y partida es nada menos que la basura pero que pretende hacer reflexionar sobre las relaciones entre la vida y la literatura. La forma que tomará este análisis es la de trama metanarrativa, es decir, aparecen las historias de un escritor ficticio metidas dentro de las del escritor real, como si de una muñeca rusa se tratase. La parte excrementicia de la vida del falso escritor fracasado, su obra, sirve para incluir en la novela real otros cuentos, fórmula similar a la que usa en una obra precedente: Fragmentos de amor furtivo.
La fascinación del propio autor por el acto de escribir es el motor que le impulsa a mostrar el drama que envuelve a los literatos a la hora de decidir qué elementos de su mundo interior pasaran a la escritura, sobreviviendo así al tiempo. Para que la pervivencia sea completa el lector es una pieza fundamental, puesto que con la mera escritura no se resuelve el conflicto entre el ser y el olvido sino que se precisa del acto definitivo de la lectura. En última instancia, el responsable de la durabilidad de una obra, el todopoderoso Cesar que decide quién ha de vivir, es el lector. Pero éste no es inocente. Igual que el anónimo narrador de Basura, el lector se enfrentará al texto con todo un bagaje de vivencias y, inevitablemente, recreará al escritor y a su obra a través de su propia experiencia. Faciolince reflexiona sobre las complejas relaciones entre la escritura y el lector (lugar común en la literatura) desde un punto de vista ciertamente original: sitúa a la escritura como una basura de la vida del escritor que éste arroja lejos de sí pero, en contrapartida, para el lector es una condensación tal de vida que le permite aumentar la intensidad de la suya propia. Para Abad Faciolince, escribir es, inevitablemente, decir más de lo que se quiere y contar cosas que no se pretendía contar. De esta manera, la decisión de salvar algo del olvido condena al escritor a ser imaginado por el lector según sus propios prejuicios. He aquí la inquietante paradoja de la literatura que Faciolince recrea metiendo al lector en la obra como un personaje mas, consiguiendo así que se de cuenta de su papel en el drama.
Basura, como es habitual en Faciolince, está tejida con los hilos de la difícil sencillez léxica y estilística. El dominio de recursos narrativos decisivos como el principio o el final (muy logrados en todas sus obras), los juegos de palabras (muy ingeniosos), la intertextualidad (rica en citas ocultas de clásicos como Dante o Manrique) e incluso el ritmo (dominado a la perfección por una sintaxis ordenada y efectiva), conforman una historia que ha merecido de pleno derecho el Ier Premio Casa de América de Narrativa Americana Innovadora. La novela se desarrolla entorno a la obsesión de su narrador por intentar reconstruir la frustrada vida del mediocre y desconocido escritor Bernardo Davanzati a través de los textos que éste arroja a la basura nada más escribirlos. Este personaje capital, Davanzati, (al igual que Rodrigo y Susana de Fragmentos de amor furtivo) posee una vida interior marcada por sus pasiones y su pasado. El buceo en las turbias aguas de las mentes humanas, se realiza desde una óptica a la vez poética e irónica. La visión poética –constante en su obra- no se preocupa por la valoración de las emociones, sino más bien por la plasmación de su intensidad. Abad Faciolince presenta la vida interior de sus personajes, y su correlación con su actuar, evitando todo juicio moral. La obra se nos ofrece teñida de ironía. Con este recurso Faciolince consigue un raro tono de desencanto y, a la vez, de lúcida aceptación de una humanidad degradada, condenada a padecer una maldad (personificada por su Medellín natal) que se renueva a pesar de la muerte de quienes la encarnan. Sus novelas no dejan al lector indiferente ni por su tema ni por como lo trata. Tal vez Basura tiene menos impacto vital que otras novelas anteriores, pero pone de relieve que (como decía Montaigne) en toda reflexión el punto de vista lo escoge quién piensa. Él, particularmente, adolece del mal del poeta. No se interesa por la visión cientificista de las situaciones. Prefiere percibir el cariño de la amada tras su parpadeo, antes que ver su adaptación a la evolución.
|